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Olfato, el sentido emocional

Actualizado: 20 ene 2022


Es posible que no necesitamos el olor para sobrevivir, pero sin él nos sentimos perdidos y desconectados. (…) Nos cubrimos los ojos y dejamos de ver, nos tapamos las orejas y dejamos de oír, pero si nos tapamos la nariz, nos morimos. Etimológicamente hablando, el aliento no es neutral y transparente: es aire de cocina; vivimos en un constante hervor a fuego lento. Diane Ackerman


Un poco de historia


Innumerables son los hechos históricos que comprueban que el sentido del olfato ha sido un elemento fundamental a lo largo de los siglos en la vida de los médicos, místicos, educadores, filósofos, artistas y de la sociedad en general.


En la antigüedad los exploradores partían en busca de las propiedades curativas y afrodisiacas de los perfumes. La evolución de las lenguas se dio en la encrucijada de las rutas comerciales y se debe en gran parte al sentido del olfato.


El primer impulso de Colón – y eso tenemos tendencia a olvidarlo - fue tanto sensual como capitalista, aventurero y narcisista. En parte fue la demanda obsesiva de especias y perfumes la que le hizo lanzarse al mar. Diane Ackerman


Los ejemplos de personajes históricos y su relación con el poder encantador de los aromas pululan: Cleopatra, Alejandro Magno, Ana María de Nerola, Napoleón Bonaparte, Marco Polo, Catalina de Medici etc.


Los aromas fueran utilizados por el hombre en oración, para hacer la guerra, para sanar, para celebrar el amor y los nacimientos, para recibir la muerte, para invocar los Dioses, como inspiración, para celebrar las cosechas etc. En el mundo antiguo la arquitectura monárquica era con frecuencia aromática, los hombres más viriles de la antigüedad iban abundantemente perfumados y las ciudades eran demarcadas por los perfumes. Los romanos eran famosos por el esplendor de sus baños perfumados y termas, inspirados en los sibaríticos egipcios. De hecho, no hay dudas que los egipcios fueran los grandes maestros de las sustancias aromáticas. Fueran ellos los que descubrieran el enfleurage (extracción de perfumes por contacto de flores con aceites o otras materias grasas). Basta con pensar en Cleopatra, que iba perfumada de la cabeza a los pies sentada en su trono rodeado de inciensos en un barco de cedro. En la edad dorada de la civilización egipcia el perfume se volvió una obsesión, se untaban el cuerpo con perfume para protegerse de los hechizos, con fines medicinales y también estéticos.


Sin embargo, fue a partir de la descubierta del fuego que fue posible crear el humo oloroso. La defumación se volvió entonces parte de los rituales para conectarnos con algo mayor que nosotros.


Filósofos como Niestzche, María de Montessori, Hildegard von Bingen y Rudolph Steiner eran conscientes del poder del olfato y sabían que TODOS los sentidos eran necesarios para entender el mundo. La percepción sensorial es parte de proyecto educacional de Montessori: es a través de la percepción sensorial de los objetos que los niños aprenden a relacionar palabras y objeto, experiencia y emoción, existencia interior y exterior.


Los sentidos son los órganos de aprehensión de las imágenes del mundo exterior, necesarios a nuestra inteligencia, como la mano es el órgano de aprehensión de las cosas materiales necesarias al cuerpo. María de Montessori


Según Rudolph Steiner, el padre de la antroposofía, el olfato es el sentido a partir del cual el hombre empieza a interrelacionarse con el mundo exterior. Él señala:


La primera relación de intercambio consiste en el hecho de que el hombre une consigo mismo una sustancia del mundo, y a través de ella, lo percibe. Uno puede percibir una sustancia en si mismo cuando esta sustancia se une realmente con el cuerpo. Esto no lo pueden lograr los cuerpos sólidos o líquidos sino únicamente los gaseosos. Ahí se penetra lo material. Rudolph Steiner


Una investigación reciente llevada por investigadores del centro de ciencias del gusto y de la alimentación (CNRS, Universidad de Borgoña-Franche-Comté/Inrae/Agrisup-Dijon), ha sacado a la luz la importancia del olfato para el reconocimiento facial en bebés con menos de 4 meses. En un experimento con formas parecidas con el rostro humano los investigadores han observado por electroencefalograma que los bebés reaccionaban mucho más a las formas cuando eran estimulados por el olor. Este experimento sugiere el papel fundamental del olfato en la interpretación del ambiente social.


Nietzsche defendió con vehemencia la intuición como fuente suprema del conocimiento, al igual que el intelecto y la razón. Pues bien, no hay dudas que nuestra principal antena de intuición es el olfato, somos seres husmeadores por naturaleza, y, incluso en la sociedad actual, esencialmente visual, los ojos pueden estar abiertos y súper estimulados, pero es la nariz que está siempre delante, abriendo caminos, husmeando el terreno para que los otros sentidos puedan pasar. En algunos idiomas como el inglés y el italiano, por ejemplo, sólo existe una palabra para designar la intuición y el olfato: flair y fiuto. En francés, el mismo verbo, sentir, designa el acto de percibir algo a través del olfato y percibir o conocer alguna cosa de manera intuitiva.


Diferentemente de los demás sentidos que son primeramente organizados y interpretados por el tálamo, una parte del sistema límbico responsable por reorganizar los estímulos sensoriales, enviándolos a sus debidas áreas corticales para ser interpretados, las señales del olfato son enviadas directamente al hipotálamo, parte del cerebro responsable por mantener la homeostasis y controlar la mayoría de nuestras funciones vegetativas, endocrinas, comportamentales y emocionales. La conexión directa del sentido del olfato con el hipotálamo hace que lo que olemos es lo que llevamos, a través de un proceso que ocurre en menos de un segundo! La estimulación olfativa tiene la facultad de producir un efecto inmediato y directo en el sistema nervioso, gracias a la interacción en extremo directa entre la neurona y la fuente de información.


La evolución del olfato


No lo necesitamos (el sentido del olfato) para sobrevivir, pero lo apreciamos a margen de toda lógica, quizá, en parte, por nostalgia de un tiempo en que éramos una parte de la naturaleza y estábamos profundamente conectados con ella. Diane Ackerman


El olfato tuve tanto éxito en nuestra historia evolutiva que, con el tiempo, el pequeño montículo de tejido olfativo situado encima del tendón nervioso se desarrolló hasta convertirse en el cerebro: nuestros hemisferios cerebrales fueran originalmente pétalos del tallo olfativo.


El sistema olfativo está regido por una parte muy primitiva del cerebro, la primera en evolucionar en los vertebrados: el paleo córtex. La función básica del olfato es primitiva, es decir, proporcionarnos información para nuestra supervivencia, aproximándonos o alejándonos de los estímulos químicos. Esa misma parte del cerebro que antaño se dedicaba a sensibilidad química ha evolucionado en el área donde procesamos las emociones (el sistema límbico, la amígdala en especial).


A partir del guía de supervivencia de las formas de vida inmóviles, el sentido del olfato se ha desarrollado para ser un sistema complejo para encontrar comida, establecer jerarquías sociales, evitar predadores y regular otros comportamientos complejos.


Raquel Hertz, autora del libro ‘Seducción secreta: la psicología del olfato’, cree que el sistema emocional humano sea una versión altamente evolucionada y abstracta del sistema olfativo de los demás animales. El mismo tejido neuronal que se dedicaba a procesar los estímulos químicos hoy se ha convertido en lugar donde miedo, alegría y odio se procesan. Así como los animales utilizan el olfato para sobrevivir, nosotros utilizamos las emociones. Rachel Hertz cree que sin el sentido del olfato no podríamos experimentar emociones.


El olfato se despierta ya en el vientre – con 30 semanas el feto detecta cambios olfativos sutiles en el liquido amniótico y en adelante es el único de nuestros sentidos que estará siempre en acción.


Nuestra capacidad de expresar y vivir las emociones nace directamente de nuestra capacidad de sentir los olores. El olfato nos conecta con la intimidad, con nuestras emociones y con la seducción. El tejido olfativo, donde las emociones son procesadas (el sistema límbico, responsable por la memoria básica y la motivación) es el propio tejido emocional. Rachel Hertz


Es interesante señalar que algunas investigaciones han comprobado que los psicópatas tienen la capacidad olfativa menor que el resto de la población. Eso de debe a un disfunción en la corteza orbitofrontal (COF), parte del cerebro responsable por controlar los impulsos, de planear y de dirigir comportamientos de acuerdo con las normas sociales. Sin embargo, dichas carencias olfativas también suelen darse en la esquizofrenia, el parkinson y el alzheimer, no debiendo, por lo tanto, representar un indicador único de diagnostico.


La repression del sentido del olfato


Los sentidos de la visión, del tacto, del paladar y de la audición son controlables; el olfato no, el olfato es fugaz. Si el olor no es “filtrado”, necesitaría, a través de un proceso civilizador que se esforzaba para contener y disciplinar las mujeres, de ser equilibrado y reprimido. Palmira Margarida


Según Palmira Margarida, historiadora y perfumista brasileña (Perfumaría ancestral ®), para entender porqué el olfato ocupa una posición inferior en la jerarquía clásica de los sentidos y la ausencia del olfato en los debates históricos filosóficos y estéticos, debemos recordar tres grandes momentos históricos: las instituciones dogmáticas patriarcales, que encerraran el olfato en la mazmorra del profano; en seguida, la era de la razón, que proclamó el olfato como el menos importante de los sentidos; y, finalmente, la era industrial, que domesticó el sentido del olfato.


En el periodo del iluminismo (siglo XVIII), por ejemplo, la visión fue celebrada con mayor importancia mientras que el sentido del olfato fue subyugado, considerado bestial, sin cognición, irracional, y no contribuya para el proceso racional y civilizatorio que marcaria la superioridad de los hombres en relación a los otros animales.


Asimismo, una creencia muy difundida entre los pensadores de la Luces era la de que el olfato (y también el gusto y el tacto) no podrían nunca proporcionar une experiencia estética o de conocimiento como la visión y la audición, ya que dichos sentidos no permiten la contemplación.


Palmira señala en ton jocoso y provocador en su libro ‘Perfumaría ancestral, aromas naturais no universo feminino’, aún si traducción para el castellano, en un nuevo modelo de sociedad (elle se refiere a la era industrial) que pretendía birlar las emociones y transformar la sociedad en un espacio inodoro, puro y clean:


(…) las narices ya no podrían oler los perfumes naturales compuestos de resinas entéricas, flores sensuales o almizcle de origen salvaje y completamente animalesco, puesto que el hombre tendría que normativizar sus emociones, saber controlar sus deseos y guardar las memorias emotivas en el limbo inodoro del silencio interno. No nos era más permitido descontrolarnos como una dama de la noche que grita en la madrugada o aún como las infames y emotivas camellas con su olor visceral ….” Palmira Margarida


Así, en detrimento de una visión de mundo más privativa y subjetiva que nos proporciona el sentido del olfato, la sociedad empieza a valorizar la visión, un sentido más linear, que serviría para moldar y manipular los hombres según los principios civilizatorios de la época.


Huelo luego siento


Los recuerdos en si mismos no son importantes. Sólo lo son cuando se han transformado en nuestra propia sangre, en mirada y gesto, y no tienen nombre, cuando ya no pueden distinguir de nosotros mismos. Rainer Maria Rilke


Que los olores provocan reacciones en nosotros, conectándonos con estados internos de consciencia, emoción y fantasía, lo hemos vivido todos en algún momento. Muchos autores celebraran el sentido del olfato y su poder evocador: Charles Baudelaire, Marcel Proust, Oscar Wilde, Ítalo Calvino, Roald Dahl’s etc.


Marcel Proust, al sentir el olor de una magdalena mojada en el té de tila, ha podido escribir 600 paginas de recuerdos!! Todos poseemos una identidad olfativa, construida a partir de nuestras propias experiencias y reaccionamos distintamente en contacto con un olor. Marcel Proust dice en ‘En busca del Tiempo Perdido’ que cuando nada más nos queda del pasado, cuando todos ya se murieran y los objetos ya se deterioran, a través de los olores podemos inmergir en el inmenso edificio de la memoria: el olor nos permite evocar el tiempo perdido, acercándonos del pasado.

Nuestras experiencias olfativas resuenan más o menos en series continuas de sensaciones que nos acompañan a lo largo de la vida, sin un sentido práctico grandioso, pero con un sentido emocional remarcable, gracias a la variedad, a la intimidad, a la facilidad de asociaciones, a las reverberaciones ancestrales remotas, en nuestros cerebros… Es la existencia de esas características – a la vez tan vagas y tan especificas, tan inútiles y tan intimas – que permitió a tantos escritores describir o sentido del olfato, más que todos los demás, con tanta imaginación. Ningún sentido tiene un poder de sugestión tan grande, de sacar a la luz antiguas memorias que reverberan tan profundamente…ningún sentido fornece impresiones que pueden tan fácilmente cambiar el color y el ton de nuestras emociones, en armonía con el estado general de su destinatario. Los olores, por lo tanto, tiene la facultad de controlar nuestras emociones y al mismo tiempo esclavizarnos.

Ellis Havelock


Anosmia


La anosmia es un trastorno cuantitativo del olfato y se debe a dos factores: obstrucción de las fosas nasales debido, por ejemplo, a una rinitis alérgica o sinusitis; destrucción de los niervos olfativos debido a tumores, infecciones virales (gripe, hepatitis, covid), traumatismo craniano, intoxicación, tabaquismo y toma de algunos medicamentos.


La autora Rachel Hertz constata, a partir del acompañamiento de personas con anosmia, los efectos desastrosos que la a pérdida del olfato representa, ya que el olfato es el sentido que regula las esferas más importantes de nuestras vidas.


El sentido del olfato es lo que nos permite mantenernos vivos, alertándonos de un una fuga de gas, del humo, un alimento podrido o un producto tóxico; sin el olfato, nuestra experiencia gustativa se empobrece, ya que los dos sentidos están fisiológicamente relacionados; el olfato nos permite vivir emociones y influencia en nuestro comportamiento; finalmente, el sentido del olfato nos permite traer a luz recuerdos profundamente escondidos en nuestra memoria.


Judith Bimberg una norte americana víctima de anosmia declaró en la columna My turn de revista Newsweek (21 de marzo de 1988):


Soy una de los dos millones de norteamericanos que sufren de anosmia, una incapacidad para oler o gustar (los dos sentidos están fisiológicamente relacionados). (…) Damos tan por sentado el rico aroma del café y el sabor dulce de las naranjas que cuando perdemos estos sentidos es casi como si nos hubiéramos olvidado de cómo respirábamos.



Olfato y sistema límbico


Los olores son más seguros que las visiones y los sonidos para hacer sonar las cuerdas del corazón. Kipling


Debido al hecho de que construimos nuestra memoria olfativa aún el vientre, los olores están asociados a recuerdos antiguos y la olfacción nos permite identificar y re-significar memorias traumáticas, y de transformar ciertas respuestas emocionales.


El olfato es el órgano de los sentidos más sensible y el primero a ser percibido por el cerebro, además de ser el único sentido ligado directamente al sistema límbico (constituido por el hipotálamo, hipocampo, amígdala, fórnix y córtex), considerado nuestro cerebro emocional. El hipocampo está relacionado con la memoria de larga duración y la comparación (memoria explícita), mientras que el hipotálamo participa del control de los comportamientos, regula las condiciones de funcionamiento interno y de los líquidos corporales (control de las funciones vegetativas y endocrinas).


La amígdala es el elemento central del rompecabezas de las estructuras implicadas en la gestión emocional. Recibe aferencias corticales, está conectada directamente con la corteza órbitofrontal (que está relacionada con la toma de decisiones), pero también con el hipocampo (memoria).

Esa pequeña estructura en forma de almendras situada encima de la corteza cerebral, es la sed de las emociones, de la memoria, de la afectividad, del comportamiento y del aprendizaje; es el eterno vigilante de los comportamientos de miedo y ansiedad, responsable también por los conocidos flasbacks. La amígdala está ligada al hipocampo y al tálamo, influenciando significativamente nuestro comportamiento emocional. En la memoria, amígdala y talamos trabajan juntos, pero cada uno almacena y conserva independientemente su información: mientras el hipocampo retiene la información, la amígdala determina su valencia emocional.


En ese sentido, la amígdala tiene un papel importante en el almacenamiento y la liberación de traumas emocionales: nuestra memoria emocional pasa por la amígdala mientras que la memoria de largo plazo (explícita) pasa por el hipocampo. Esta diferencia explica por qué no recordamos un trauma que ocurrió al comienzo de la vida; el hipocampo es todavía inmaduro mientras que la amígdala ya es capaz de almacenar recuerdos inconscientes. Un traumatismo precoz puede, por lo tanto, perturbar las funciones mentales y el comportamiento de un adulto a través de mecanismos inaccesibles a la conciencia.


La amígdala puede almacenar recuerdos y repertorios de respuestas que interpretamos sin comprender bien por qué lo hacemos, ya que el atajo del tálamo, evita completamente el neo córtex. Esa pasaje parece hacer con que la amígdala sea un archivo de impresiones emocionales y recuerdos que jamás conoceremos en plena consciencia. Daniel Coleman


Las investigaciones del neurocientista LeDoux revelaran que la arquitectura del cerebro confiere a la amígdala el poder de secuestrar el cerebro. LeDoux verificó que las señales sensoriales se dirigen primeramente al tálamo y, por una única sinapsis, llegan a amígdala; una segunda señal del tálamo es enviada al neocórtex, el cerebro pensante. O sea, debido a esa ramificación, la amígdala responde a la señales antes que el neo córtex pueda procesar la información en los varios niveles de los circuitos cerebrales para ofrecer una respuesta más elaborada.


El sistema límbico también está directamente relacionado con las regiones del cerebro que controlan el ritmo cardíaco, la presión arterial, la respiración, los niveles de estrés y el equilibrio hormonal. Por lo tanto, además de despertar aspectos individuales, a través del sentido del olfato se produce respuestas fisiológicas y endocrinas en el organismo, reduciendo significativamente las tajas de las hormonas del estrés, disminuyendo de la tensión arterial, aumentando la variabilidad de la frecuencia cardiaca y regulando del sistema nervioso.


Conclusión


Podría concluir ese articulo hablando de las miles de investigaciones sobre la relación entre psicología y aromas, de la propiedades terapéuticas de los aceites esenciales, de cómo los aceites esenciales actúan en las esferas físicas, emocionales y energéticas del ser humano etc.

Pero lo voy a concluir con una citación de Agnès Addey sobre la meditación olfativa, en su bellísimo libro “Huile essentielle, médicine d’âme et voie d’éveil”, Hachette 2021, que en mi opinión resume sensiblemente el papel de los olores como herramienta terapéutica y vía de autoconocimiento:


(…) Los aceites esenciales nos permiten reconectar con la inteligencia de la naturaleza, con sus ritmos, sus energías (cósmicas y telúricas) de las cuales somos hechos, originamos, y nos alimentamos. (…) cuando respiramos un aceite esencial, no intentamos desaparecer fuera de nosotros mismos o huir del sufrimiento, sino que conseguimos encontrar el acceso que nos trae a casa. Aprendemos a acoger todo aquello que se manifiesta en nosotros, a escuchar todos esos micro señales que nos informan sobre la calidad de interacción que mantenemos con nosotros mismos y con el exterior. Aprendemos a no luchar contra la vida que se manifiesta. Al contrario, nos volvemos completamente presentes. Accedemos a la experiencia de quién realmente somos. Agnès Addey


Bibliografía


Ackerman, D. Una historia Natural de los sentidos. Traducción: Cesar Aira. Barcelona: Editora Anagrama, Colección Argumentos, 2006.

Addey, Agnès. Le grand libre des huiles essentielles: Médecine de l’âme et voie d’éveil. Vanves: Hachette Livre, collection Le Lotus et l’éléphant, 2021.

Aftel, M. Essence and Alchemy: A Book of Perfume, London: Bloomsbury Publishing, 2014.

Hertz, R. Seducción secreta: la psicología del olfato. Traducción: Isabel-Clara Lorda Vidal. Barcelona: Tusquets Editores, 1999.

Coleman, D. Inteligencia Emocional. Traducción: Marcos Santa Rita. Rio de Janeiro: Editora Subjetiva, 1995.

Margarida, P. A Perfumaria Ancestral: Aromas naturais no universo feminino. Rio de Janeiro: Memória Visula, 2018.

Steiner, R. Los enigmas del alma. Madrid: Editorial Rudolph Steiner, 2020.



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